Técnica

Administrativa


Estrategia


 

Home

 

¿Podemos calificar a la estrategia como racional?

Carlos Alfredo Ferrari
Contador Público Nacional-UNLP
Lic. en Economía-UNLP
Magister en Psicoinformática-UNLZ
Profesor en Administración-UBA

Introducción

Esta pregunta se originó cuando leímos en el decreto nacional sobre la defensa nacional la frase ‘se empleará el principio de estrategia racional...’. Dada nuestra posición preconceptual desfavorable a la necesidad de calificar racional a la estrategia recurrimos a la búsqueda de mayor información, comenzando por las definiciones y orígenes de cada uno de los citados términos, para luego finalizar con el análisis de la citada conjunción de dichos términos.

a) Concepto de estrategia

El diccionario de la Real Academia Española determina que ‘estrategia’ deriva del latín ‘strategia’ y del griego ‘st?at????’, siendo su significado:

  1. el arte de dirigir operaciones militares.
  2. la habilidad para dirigir un asunto.
  3. en un proceso regulable, el conjunto de las reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento.

Nos parece importante, a su vez, comprender el significado de ‘arte’. El diccionario determina que es la ‘virtud, disposición y habilidad para hacer alguna cosa’ o, también, el ‘conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacer bien alguna cosa’.

Profundizando la raíz griega, de la cual deriva la latina, surge que ‘estrategia’ es el ‘arte de dirigir las operaciones militares o, en sentido figurado, la habilidad de dirigir un asunto’, ‘maniobra militar’, ‘ardid de guerra’, ‘engaño astuto’, y es un vocablo derivado de la palabra griega ‘?pat?’, el cual a su vez está compuesto por ‘dt?at??ac’ (ejército) y ‘?t?at?c’ (conducir), o sea que en sus orígenes griegos la estrategia estaba absolutamente ligada a la temática militar. María Moliner da una definición más actualizada de la palabra estrategia, definiéndola como el ‘arte de dirigir un asunto para lograr el objetivo deseado’.

En varios de los últimos autores y pensadores norteamericanos se advierte una tendencia a alejarse de considerar la estrategia desde un punto de vista exclusivamente militar, aceptando la necesidad de adoptar conceptos más amplios, con el fin de poder enfrentar mejor los desafíos perceptibles del presente siglo. Son de mencionar Paul Kennedy, quien sugiere que ‘los próximos desafíos del siglo XXI requerirán de estrategias integrales que utilicen todos los recursos del poder’; Alvin Toffler, quien expresa la ‘necesidad de considerar los factores de poder: capacidad, riqueza y conocimiento’; Samuel Huntington, quien prevé que los ‘conflictos del futuro se han de originar no tanto por razones ideológicas o económicas, sino culturales’; Noam Chomsky, quien determinó que ‘la globalización de la economía conduce a formulaciones estratégicas, que para resultar adecuadas no pueden sino ser integrales’.

De la búsqueda de los orígenes significantes del vocablo ‘estrategia’ surgió que los mismos están directamente relacionados con el arte en la conducción de los ejércitos. En sus orígenes, el ejército era una de las organizaciones sociales más importantes, y de su conducción surgió la experiencia sobre la importancia de tomar decisiones destinadas a obtener ventajas sobre el circunstancial enemigo. Posteriormente dicha acepción ha sufrido las modificaciones propias del cambio de los tiempos. Durante la etapa de la concepción clásica del racionalismo el vocablo implicó ‘arribar a una decisión óptima en el caso de enfrentamientos de intereses’ (no solo militares); luego se agrega la acepción de ser ‘una decisión heurística para la búsqueda de la preeminencia de los propios intereses’, para ir derivando actualmente a una acepción donde se incorpora ‘la colaboración con el competidor para el logro de fines comunes, así como el reconocimiento de la limitación de la racionalidad humana’. Estos hechos le dan un matiz singularmente diferente a la concepción inicial del término. Es de utilidad mencionar que en las últimas acepciones no se liga el concepto de estrategia exclusivamente con lo militar. Sin embargo, el actual diccionario de Terminología Militar del EMC de los EE.UU. define "‘estrategia’ como al arte y la ciencia de utilizar las fuerzas armadas de una nación para lograr los objetivos de la política nacional mediante la aplicación de la fuerza o la amenaza de utilizarla". Por otro lado, la Escuela Superior de Guerra del Brasil define a la ‘estrategia’ en un sentido mucho más amplio como el ‘arte de imposición de una voluntad para la consecución de determinados propósitos’.

Profundizando en las diferentes definiciones de ‘estrategia’ cabe mencionar un magnífico trabajo (Frischknecht, 1984) donde se sistematizan las obras de cien autores, incluyendo, entre otros, a Beauffre, Liddel Hart, Clausewitz, Drucker, Mintszberg, Deutsch, Guitton, Rapoport, Simon, March, el Ejército y la Armada Argentina y la US Naval War College. Si bien las definiciones que allí se encuentran responden a la concepción de hace más de 20 años, es de interés destacar las siguientes:

  • ‘La estrategia no es más que una de las diferentes conexiones entre pensamiento y acción, entre fines y medios’.
  • ‘La estrategia es un método especulativo en razón de la impredecibilidad que caracteriza toda acción humana’.
  • ‘La estrategia es la manipulación de las dimensiones del poder para resolver los conflictos’.
  • ‘El acto estratégico es un acto filosófico y un acto dialéctico’.
  • ‘En lugar de deducciones firmes y objetivas, la estrategia tiene que proceder con hipótesis y crear soluciones mediante inventos de relaciones posibles’.
  • ‘La estrategia, como método, es una racionalización especulativa y simple porque se basa en información poco estructurada, en modelos con muchos más grados de libertad, en situaciones inciertas, poco conocidas y discutidas; se refiere, no a los futuros probables, sino a los futuros posibles’.
  • ‘La estrategia se ubica así en el primer estadio del conocimiento, en la etapa en que se inventan los futuros deseados por aprendizaje adaptativo’.

A modo de resumen de las diferentes acepciones mencionadas podemos afirmar (Frischknecht 1993:64) que la estrategia es:

  1. ‘Un nivel no estructurado y no programado de decisión desde donde encaramos la ignorancia de situación, con la cual generamos el liderazgo para obtener consenso sobre significados’.
  2. ‘La generación de un sistema de comunicación social para influir en otros actores cambiando su visión del conflicto actual con el fin de lograr libertad de acción para realizar nuestros propios valores’.
  3. ‘El producto de un aprendizaje adaptativo’.

La estrategia es, en síntesis, un método especulativo en razón de la impredecibilidad que caracteriza a toda interacción humana, que se rediseña constantemente en base a la experiencia (feedback).

b) Concepto de racionalidad

El diccionario de la Real Academia define ‘racionalidad’ como ‘calidad de racional’ , esta última derivada de la voz latina ‘rationalis’ , adjetivo que significa:

  1. Perteneciente o relativo a la razón.
  2. Conforme a la razón.
  3. Dotado de razón.

La primer duda importante que aflora respecto al significado de la racionalidad de las acciones y de las ideas es el concepto de ‘razón’. Este término proviene del latín ‘ratio –onis’, siendo su significado:

  1. Facultad de discurrir.
  2. Acto de discurrir del entendimiento.

Esta concepción (Alonso, 1998:19) culminó en la época moderna con los grandes filósofos racionalistas: Descartes, Kant, Leibniz, Espinosa.

Kant afirmó que ‘es su carácter de agente racional lo que vuelve digno al hombre’. Esta visión, que suele denominarse la concepción clásica de la razón, es básicamente lógica y deductiva, teniendo como características básicas que es una capacidad de la mente humana y que es primera y única, es decir, que no hay pluralidad de racionalidades.

Harold Brown, en su trabajo ‘Racionalidad’ expresa que "las reglas son el corazón de la concepción clásica de la racionalidad. Si se tienen reglas universalmente aplicadas, entonces todo lo que comienza con la misma información debería llegar a la misma conclusión. Eso es lo que marca el carácter único de la ‘racionalidad’" . Según esta concepción, si dos actores difieren en el resultado, uno de los dos se ha equivocado.

En la concepción clásica se aplica un pensamiento lógico rectilíneo, se utilizan reglas prefijadas, doctrinas, procedimientos, y es la esencia del pensamiento matemático. No se puede concebir que existan dos resultados distintos.

En realidad hay formas de racionalidad que no son estrictamente deductivas, por ejemplo, la percepción, la cual no es necesariamente absoluta. Para llegar a la inducción la búsqueda de información dispersa no necesita disponer de la totalidad de la información, situación ésta que es plenamente aplicable al ejercicio de la estrategia, ya que el mismo se desarrolla sobre una fuerte base de incertidumbre.

c) Relación de estrategia con racionalidad

En la estrategia no es aplicable el pensamiento deductivo clásico. En el análisis de la conducción estratégica se observa que un árabe o un indio no son necesariamente irracionales porque no aplican la lógica occidental, sino que tienen otra racionalidad.

La mayoría de los epistemólogos acepta que las hipótesis (en nuestro caso, las posibles estrategias) ‘no representan datos objetivos, sino que constituyen construcciones o productos de la mente humana’ (idea que encuentra sus raíces en Kuhn, 1962). Según esto, las observaciones de los hechos y su posterior tratamiento (generación de la estrategia) están influidas por las estructuras teóricas del observador.

Kuhn (1962) y Hanson (1958) determinaron al reactualizar la teoría de la Gestalt, que no existe percepción neutral ‘toda observación depende de una teoría previa en la cual esta posicionado el observador’ o sea el que realiza la eventual racionalidad.

En el ámbito de la estrategia para aproximarnos a la eficacia no se puede utilizar la racionalidad deductiva clásica, debiéndose recurrir a una herramienta más fluida, menos dogmática, ya que nos enfrentamos con intenciones, valores, símbolos, sobre los cuales por el alto grado de incertidumbre que existe en la situación que se plantea y dada la carencia de estructura no se pueden aplicar deducciones. Ello obliga a considerar la incorporación de la percepción.

‘La estrategia es, en definitiva, el ámbito de las intenciones, de los fines, de la dialéctica de voluntades’ (Alonso, 1998:23). La definición clásica del concepto de razón deductiva implica una concepción única de la razón, donde todos resolverían sus problemas de la misma manera. En el ámbito de la estrategia no se puede utilizar eficientemente esta racionalidad deductiva. Cuanto más alto es el nivel de decisión más se debe obrar con mayor creatividad y flexibilidad.

Según Porter ‘no cabe duda que la estrategia combina los fines pretendidos con los medios para alcanzarlos; su esencia racional se captura, pues, en la relación entre ambos’.

Conclusión:

Si bien en el análisis sobre la relación "estrategia" – "racionalidad" se debe tener en cuenta la frase de Koffka, psicólogo del movimiento de la Gestalt, según la cual ‘vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros, es decir, las interpretamos a la luz de nuestras ideas’, con lo cual las conclusiones que se desarrollan en este trabajo pueden estar determinadas por posiciones previas, nos surge expresar que ‘estrategia racional’ es una redundancia o un contrasentido, dependiendo ello de cuál es el significado que se le dé al término ‘racional’.

Redundancia: si es que adoptamos un concepto modificado de ‘racional’, donde signifiquemos en él a la heurística, o sea el arte de inventar en la búsqueda de soluciones, cuando no se tiene suficiente información. Estrategia es de por sí, como hemos visto, una racionalización especulativa, porque se basa en información poco estructurada, en modelos con muchos grados de libertad, en situaciones inciertas, poco conocidas y discutidas, y su innata racionalidad es la que permite combinar los fines con los medios.

Contrasentido: si es que adoptamos el concepto clásico de racional, donde las reglas son el centro de su concepción. En el concepto clásico se tienen reglas universalmente aplicadas, donde todo el que comienza el proceso con la misma información debe de llegar a la misma conclusión. Está claro que esta acepción de la palabra racional es totalmente opuesta al significante adoptado de ‘estrategia’, la cual es, en síntesis, un método especulativo en razón de la impredecibilidad que caracteriza a toda interacción humana.

Es oportuno mencionar también la profusión de uso y/o abuso que se hace actualmente de la palabra `estrategia’, el cual esté tal vez de moda como producto de la globalización económico–cultural, hasta el punto de que es utilizada como atractivo o señuelo en una cantidad muy considerable de los títulos de oferta de cursos de capacitación, contribuyendo con ello a generar una mayor confusión sobre la capacidad significante del término ‘estrategia’.

BIBLIOGRAFÍA MENCIONADA

  • Alonso y otros, Estrategia, teoría y práctica, Escuela de Guerra Naval del Instituto Universitario Naval, Instituto de Publicaciones Navales, Bs. Aires, 1998.
  • Chomsky, Noam, Política y cultura a finales del siglo XXI, Editorial Abril, Buenos Aires, 1995.
  • Clausewitz, Carl von, On War, Princeton University Press, Princeton, New Jersey 1976 : 137 , mencionado en el material de estudio del Area Estrategia, Escuela de Guerra Naval.
  • Decreto Nacional Nº 1.116/96 – Defensa Nacional – Planeamiento militar conjunto.
  • Diccionario de la Lengua Española, Vigésima edición de la Real Academia Española. Tomo I. Impresiones Horta, Barcelona.
  • Ferreira Vidigal A. A:, "Una nueva concepción estratégica para Brasil", Boletín del Centro Naval, Nº 758/9, julio/diciembre de 1989.
  • Frischknecht, Federico, Filosofía de la Estrategia, publicaciones de la cátedra de Dirección General dV. Facultad de Ciencias Económicas, UBA, Buenos Aires, 1984.
  • Frischknecht, Federico, Dirección Recursiva, El Ateneo, Buenos Aires, 1993.
  • Huntington, Samuel, El choque de las civilizaciones, Editorial Pleamar, Bs. As. 1993.
  • Kennedy, Paul K., Hacia el siglo XXI, Plaza y Janes, Barcelona 1993.
  • Khun, T., The Structure of Scientific Revolutions, Chicago University Press, Chicago.
  • Moliner, María, Diccionario del uso del español, Gredos, Madrid, 1994.
  • Toffler, Alvin, El cambio del poder, Plaza y Janes, Barcelona, 1992.
 
Home