Research article
Educación superior y matriculación: Un recorrido histórico para su reflexión en los escenarios actuales
Higher education and enrollment: A historical journey for reflection in current scenarios
Universidad Nacional de La Matanza
Universidad de Huelva
Universidad de Huelva
Resumen
El presente trabajo reflexiona sobre la evolución del acceso en la educación superior a nivel mundial desde el siglo pasado hasta la actualidad. A partir de una búsqueda y análisis documental queda en evidencia que si bien la matriculación ha ido en permanente evolución hay regiones que han tenido mayor expansión que otras. Se concluye que la pandemia del COVID 19, trajo un cambio en la manera de entender los procesos educativos y las formas de enseñanzas, sin embargo, queda en evidencia que el acceso y participación en el mundo de estudiantes en educación superior sigue, en general, una línea de crecimiento.
Abstract
This paper reflects on the evolution of access to higher education worldwide from the last century to the present. From a documentary search and analysis it is evident that although enrollment has been in constant evolution, there are regions that have had greater expansion than others. It is concluded that the COVID 19 pandemic brought a change in the way of understanding educational processes and forms of teaching, however, it is evident that access and participation in the world of students in higher education follows, in general, a line of growth.
Palabras Clave:
Educación superior, escenarios actuales, matriculación ⓘ
Keyword:
Higher education , current scenarios, enrollment ⓘ - ⓘ - ⓘ
Introducción
Los nuevos escenarios educativos que acontecen en la actualidad y muy especialmente luego de la pandemia del COVID-19, han fortalecido la importancia de replantear las formas de enseñanza y de aprendizaje en el campo educativo en general y en el campo de la educación superior en particular. Del mismo modo, la noción de calidad en términos de amplio campo, multidimensional y complejo, ha ido adquiriendo cada vez mayor fuerza a la luz de las permanentes transformaciones.
Escenarios que hace muy poco forzó un fenómeno global donde millones de estudiantes han tenido que dejar de asistir – en muchos casos de manera inmediata - a los centros educativos, lo cual consolidó un replanteo de la forma de entender una nueva educación, su forma de vinculación con la comunidad y con ello, la siempre necesaria e indispensable participación de los alumnos.
La educación es un espacio de alto impacto e incidencia social, tanto por la generación del conocimiento y su transferencia, como por sus aportes en la construcción de una ciudadanía democrática afianzada en el pensamiento crítico, ético, innovador, creativo y capaz de promover competencias individuales, así como respuestas que son necesarias para la sociedad del presente y por venir. Es un campo complejo, en especial cuando se hace mención a una educación en términos de calidad, inclusión real, participación e implementación efectiva.
Con el objeto de intentar aminorar los efectos de la pandemia del COVID-19, las estimaciones dan cuenta que, en el año 2020 y a nivel mundial, tuvieron que cerrarse alrededor del 90 % de las escuelas y con ello la consecuencia de afectar la participación educativa de cerca de 1,6 mil millones de estudiantes, y sus pérdidas de aprendizaje, problemas de salud e incluso el propio abandono de los estudios (UNESCO, UNICEF, WFP, 2023, p. 45).
Asimismo, el Informe The State of the Global Education Crisis: A Path to Recovery (The World Bank, UNESCO & UNICEF, 2021), puso de manifiesto que la crisis de la pandemia y las consecuencias por ella provocada no hizo más que profundizar desigualdades en materia educativa ya preexistentes, frenando y también dando marcha atrás en casos donde se venían produciendo progresos y distintos avances significativos.
Sumado a estos planteos, hay un hecho que no puede ser dejado de lado y es que realidad mundial de los últimos años (A/RES/78/156; A/RES/76/209; A/RES/74/223), muestra que continuadamente son millones los niños y jóvenes sin escolarizarse, y que también son millones aquellos que, aun estando escolarizados, siguen sin alcanzar niveles considerados como mínimos tanto en lo referido a competencias en lectura como en matemáticas requeridos. Para el año 2023 (UNESCO Institute for Statistics, 2024), las estimaciones, a nivel mundial, señalan en cerca de 249 millones de personas, con edades comprendidas entre los 6 y los 18 años, sin estar escolarizadas.
En línea con lo señalado, el documento denominado justamente More than one-half of children and adolescents are not learning worldwide (UIS/FS/2017/ED/46), estimaba al año 2017, en un 56% los niños sin las competencias requeridas cuando tengan la edad de completar su nivel de educación primaria, y en un 61% los jóvenes sin las mismas, al completar el nivel de educación de de secundaria baja.
De hecho, muchos países ya venían experimentando lo que el informe realizado por The World Bank, UNESCO & UNICEF (2021, p. 9) denomina como pobreza de aprendizaje (Learning Poverty), traducida como aquella situación en la cual los niños no pueden leer ni comprender un texto sencillo considerado como apropiado para su edad a los 10 años.
Por su parte, lo mismo ocurre con millones de personas adultas que tampoco cuentan con conocimientos básicos en materia tanto de lectura como de escritura (UIL/2022/ME/H/11 Rev., Punto 16).
En síntesis, tomando de referencia la pandemia del COVID, luego de ella, la pobreza del aprendizaje se ha incrementado, lo que se refleja, por ejemplo, que, de cada diez niños pertenecientes a países de ingresos bajos y medios, actualmente siete sufren de pobreza de aprendizaje (World Bank, UNESCO, UNICEF, FCDO, USAID & BMGF, 2022).
En el contexto global actual persiste la falta de docentes, donde se estima en la actualidad que ronda los 44 millones (UNESCO, 2024a), mientras que proyectando esta situación la UIS UNESCO (UIS/FS/2016/39), ha realizado estimaciones que calculan que para el año 2030 se deberían contratar, en el mundo, cerca de 68.8 millones, dado que son los docentes requeridos para alcanzar el tan mencionado Objetivo de desarrollo sostenible Nº4. Esta necesidad, en su mayoría, responde a los niveles de educación secundaria (con una estimación calculada en cerca de 44.4 millones de docentes requeridos), pero también es relevante aquellos requeridos para el nivel de educación primaria, puesto que allí la estimación sitúa en la necesidad de la enorme cantidad de más de 24.4 millones de docentes.
Es en ese mismo contexto que también se vislumbra el alto porcentaje de escuelas de los distintos niveles educativos que presentan falta de conectividad a internet, siendo que las cifras actuales sitúan esta falta en cerca del 40% de las escuelas del nivel primario, siendo además que alrededor se suman un 50% en escuelas correspondientes al primer ciclo de educación secundaria y más del 65% en las correspondientes al segundo ciclo de la escuela secundaria A/RES/78/156). Al mismo tiempo, también se observan carencian básicas, como las limitaciones o directamente la falta de acceso al agua potable; las estimaciones calculan que esta situación afecta directamente a más de 584 millones de estudiantes (UNESCO, UNICEF, WFP, 2023, p. 87), dando cuenta de la dimensión y repercusión que esto conlleva para la realidad cotidiana y por venir.
Al mismo tiempo se profundiza la internalización y con ello la movilidad de estudiantes de los niveles superiores de los estudiantes como nunca había pasado en la historia reciente, siendo que de los 2 millones que se habían trasladado para estudiar en el extranjero en el año 2000, al año 2017 ya eran cerca de 5,4 millones, con la previsión de llegar próximamente a cerca de 8 millones de estudiantes movilizándose por sus estudios (UNESCO, 2022b).
Pensar la educación de calidad lleva a adentrase en una dinámica de interacción entre los distintos actores y componentes que la conforman, siempre en favor de una búsqueda de mejora de sus procesos, planificación, acciones de sus prácticas y valoración de sus resultados socioeducativos.
Los avances del conocimiento encuentran en el marco educativo canales para su generación, divulgación y discusión ética y técnica promoviendo que los actores puedan tomar decisiones razonas y críticas con información valiosa que acompañe el desarrollo colectivo e individual anteriormente señalado. En este contexto, la calidad en la educación superior es un factor fundamental multidimensional que debe atenderse en forma permanente, siendo que, dentro de ella, se valora la importancia de atender también a las habilidades de los docentes y su formación (Bouckaer et al, 2024).
Favorecer que cada vez más todos los miembros de la comunidad puedan disfrutar de los beneficios de la ciencia y la educación se vuelve un compromiso ineludible necesario de sostener y mejorar en forma permanente en todos los escenarios posibles.
Acceder a la educación en el mundo: una mirada a través del paso del tiempo.
El presente trabajo se enmarca en el proyecto de innovación modalidad investigación educativa denominado Competencia crítica y ética para el cambio social: análisis de las creencias de educadores en formación en universidades españolas y argentinas, de la Universidad de Huelva (España).
El objetivo es trazar un recorrido actualizado de la situación de la educación superior en el mundo, en tanto espacio de formación de la competencia crítica y ética como motor del cambio individual y colectivo. Para ello, se aplicó una búsqueda y análisis documental orientada a recolectar información confiable de datos que respondan a reconocer la realidad del acceso y matriculación de la educación superior a nivel mundial y en algunas regiones.
Es evidente los beneficios de acceder a una educación de calidad para el bienestar de las personas y sus entornos. Comenzando por la propia relevancia de poder contar con las herramientas que brinda el aprendizaje de cara a las necesidades y problemas que se enfrenta la sociedad hoy en día, incluidos aquellos objetivos de desarrollo sostenible, donde los procesos educativos son marcos pertinentes para el dominio tanto cognitivo, como emocional e incluso conductual; este último en términos de competencias de acción como la capacidad de aplicar el conocimiento en la promoción del desarrollo sostenible (UNESCO, 2017, p.18).
Acceder a la educación en general y en sus distintos niveles, incluida también la educación de adultos, en particular brinda elementos para que las personas y las sociedades puedan tomar decisiones responsables, coherentes y pertinentes en favor de una sociedad más justa, inclusiva, respetuosa de los derechos, integrada e interconectada.
Por ello, se trata de reorientar la educación de calidad, como un derecho a lo largo de toda la vida, hacia su consolidación como modelo de aprendizaje con un poder que es verdaderamente transformador (UIL/2022/ME/H/11 Rev., Punto 18; UNESCO Institute for Lifelong Learning, 2022, p.6), para responder a los cambios permanentes y vertiginosos que experimenta toda la vida en sociedad, desde el empleo hasta las nuevas demandas socioeducativas y culturales.
En este último aspecto, la inteligencia artificial se ha convertido en un campo del cual la educación tiene una gran responsabilidad, en especial teniendo en consideración los planteos realizados en la Recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial (UNESCO, 2022a, Punto 44), en cuanto a la posibilidad de sensibilizar, concientizar y promover mayor comprensión de las tecnologías y datos asociados a ella, colaborando de esta forma en acompañar a que las personas, que son parte de esta nueva sociedad interconectada, tengan cada vez más y mejores elementos para tomar decisiones al momento de utilizarla.
En este sentido, son valiosos sus aportes para dar respuestas innovadoras a los problemas de la realidad y brindar soluciones a la necesidad del desarrollo sostenible y a la participación democrática, sobre la base de una concepción de calidad que donde la creatividad, la plasticidad, la mirada crítica de la gran cantidad de información disponible, la formación permanente y el conocimiento se entrelazan en favor de una mejora permanente.
Estos aspectos mencionados encuentran consenso en los planteos realizados años atrás durante la Declaración de Incheon del año 2015, donde había quedado manifestado que una educación de calidad será aquella que promueva la toma de decisiones que respondan a los diferentes desafíos que enfrentan todas las personas, tanto en el ámbito local como también los mundiales.
Es preciso también poner en consideración los planteos precisos de la Resolución aprobada por la Asamblea General el 25 de septiembre de 2015, titulada Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (A/RES/70/1), que señala como objetivo de desarrollo sostenible Nª4: Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos. Este objetivo y sus distintas metas ratifican el compromiso de asegurar que tanto niños, como jóvenes y adultos accedan a los distintos niveles de estudios y puedan adquirir una educación de calidad sin distinción alguna.
Ahora bien, sin dudas que para que estos planteos sean posibles y puedan efectivamente implementarse, promoviendo la competencia crítica y el cambio social, es necesario, como primer aspecto clave, acceder a la educación, y así, al conocimiento que promueve.
De esta forma, desde hace tiempo se vienen desarrollando diversos estudios que también revisan la evolución de la educación superior en el mundo y sus distintos impactos en diferentes zonas del mundo (Nicoletti, 2014; 2019; García Moro et al, 2022).
Puede tomarse de punto de partida que al año 1950 (UNESCO, 1962a, p.57), los datos relevados sobre la población mayor de 15 de años de la Región de América Latina mostraban que el 49% no había asistido a la escuela o bien si hubiera asistido, antes del primer año de escolaridad ya había dejado; a la vez que solamente el 1% había ingresado a la universidad. Para 1960, el coeficiente de matrícula de la educación superior ya se situaba en 3,1% (UNESCO, 1962b, p. 155).
A partir de la mitad del siglo pasado comienza una constante evolución de matrícula tanto en la región de América Latina como en el mundo entero. Para el año 1972, el informe elaborado por Faure et al (1972), ya ponía a disposición que en los años1967/68, las distintas tasas correspondientes a la inscripción escolar para el caso de aquellos alumnos del rango etario comprendido entre los 20 y los 24 años que se encontraban inscritos en el sistema de educación superior.
Se observa que para esa época la presencia de una amplia diversidad de contrastes (Faure et al, 1972), por ejemplo, en América del Norte la tasa estimada se encontraba cerca del 44,5%, mientras que la correspondiente a la región de América Latina, se incrementó respecto al año 1950, y rondaba el 5% y, en la región de África, la tasa apenas alcanzaba el 1,3%. Esta realidad se enmarca, según lo relevado, en un escenario de importantes crecimiento año a año que fueron sucediendo en todo el sistema educativo, es decir de un incremento de estudiantes mundial en los diferentes niveles (en educación superior este crecimiento llegó a rondar un 9,5% entre esos años señalados.
Para el comienzo del nuevo siglo, en el año el año 2000 (U.I.S.), la tasa bruta de matriculación mundial en educación terciaria se estimaba en un 19%; ya de cara al año 2017 (UNESCO, 2019), poco antes de la pandemia del COVID 19 que asoló al mundo entero impactando en millones de estudiantes de todos los niveles educativos, incluidos por supuesto el nivel superior, que tuvieron que modificar su forma de asistir a los centros educativos y reorientar sus modalidades de aprendizaje, los datos mostraban un importante incremento, dado que la misma ya rondaba el 38%, es decir que aproximadamente eran 221 millones de estudiantes matriculados en el mundo en el nivel superior de estudios. Para el año 2018, la tasa bruta de matrícula mundial mantuvo se mantuvo en un 38% (UNESCO, 2020).
En cuanto a la distribución en el año 2017, la tasa bruta recientemente mencionada, y teniendo en cuenta distintas regiones, daban cuenta que, en la región de Europa y América del Norte, la tasa bruta llegaba al 77%, para el caso de América Latina y el Caribe, era de un 51% y el de la región de África Subsahariana era del 9%, mientras que en África Septentrional y Asia Occidental se ubicaba en un 44%. En este sentido, en cuanto a la cantidad real de la matrícula estimada de estudiantes de la educación terciaria, los estudiantes estimados Europa y América del Norte contaba con más de 50.000.000 de estudiantes, en América Latina y el Caribe la cantidad rondaba en 27.000.000 de estudiantes, mientras se estimaban en cerca de 8.000.000 de estudiantes en la región de África Subsahariana y alrededor de 19.000.000 de estudiantes en África Septentrional y Asia Occidental (UNESCO, 2019).
Para el año 2018, se puede mencionar que la región de América Latina y el Caribe, subía al 52% y África Septentrional y Asia Occidental alcanzaba un 44%, siendo que las otras regiones señaladas mantuvieron las tasas con porcentajes similares (UNESCO, 2020).
La educación superior en el mundo: un recorrido sobre su matriculación en los últimos años
Es evidente que la pandemia del COVID trajo aparejados cambios trascendentes en la forma de entender la formación educativa y con ello la manera de participar de los estudiantes en los distintos niveles de formación. Sin duda a nivel de la formación, la consolidación de nuevas tecnologías de la información y de la comunicación reestructura la dimensión de la calidad en la educación superior, los elementos que la facilitan y las competencias a las cuales orienta sus esfuerzos.
Sobre la base del reciente documento denominado Informe de seguimiento de la educación en el mundo 2023: Tecnología en la educación: ¿Una herramienta en los términos de quién? (UNESCO, 2024b), queda manifestado que hubo una continuidad respecto del proceso de aumento constante experimentado desde hace décadas en los estudiantes matriculados en el nivel superior de estudios.
Para el año 2021, se alcanza la cifra de 236 millones de estudiantes en niveles de estudios terciarios en todo el mundo, con una tasa bruta de matriculación que también escala a un 40% en el plano mundial (UNESCO 2024b). Por supuesto, que la distribución de los mismos en las diferentes regiones y países dan cuenta de la necesidad de visibilizar realidades dispares con obstáculos y oportunidades que pueden diferir mucho entre sí.
Así pues, para ese año 2021 (UNESCO, 2024b), los matriculados en la región de América Latina y el Caribe rondaban los 29 millones de estudiantes, Europa y América del Norte contaba con 50 millones de matriculados; en la región de África Subsahariana los estudiantes alcanzaban los 9.000.000 y cerca de 21.000.000 de estudiantes están matriculados en Norte de África y Asia Occidental.
De esta forma, se desprende la idea que es imposible entender la educación superior actual y del futuro si no se comprende la realidad del nivel que le antecede, es decir el de la educación secundaria superior, en el cual los futuros ingresantes a estudio superiores requieren completar su formación.
Los datos al año 2021 (UNESCO, 2024b), permiten comprender que la tasa de finalización y abandono de los estudios en educación secundaria superior también es un factor de consideración y que destaca por su alta disparidad en los diversos países del mundo. Por ejemplo, a nivel mundial la tasa de finalización se sitúa en torno al 58%, y la tasa de abandono en un 30%. Si se compara al año 2017 y al año 2018, se evidencia aumento en la finalización a nivel mundial, dado que para esos años la tasa de finalización del segundo ciclo de secundaria era de un 49% (UNESCO, 2020; 2019).
Precisando en el caso de la región de América Latina y el Caribe, su tasa de finalización al año 2021 ronda el 62%, lo cual permite observar que supera la media mundial, y su tasa de abandono es inferior al promedio global, con un 20%. Por su parte, en Europa y América del Norte la tasa de finalización aumenta al 89% y la de abandono se reduce al 9%. La situación en la región de África Subsahariana, difiere de las regiones mencionadas, dado que su tasa de finalización (27%) es inferior a su tasa de abandono escolar (la cual llega al 48%); mientras que tomando de referencia el caso regional de Norte de África y Asia Occidental la tasa de finalización es de un 57% y la de abandono es de un 23% (UNESCO, 2024).
Retomando la tasa bruta de matrícula del nivel terciaria, a nivel de regiones se observa que a diferencia del año 2017 (UNESCO, 2019), y del año 2018 (UNESCO, 2020), los datos del año 2021 (UNESCO, 2024b), muestran que hubo incrementos de consideración, tal es el caso de la región de Europa y América del Norte, donde la tasa bruta llega al 80%; el caso de América Latina y el Caribe, con una tasa de un 54% y el caso del Norte de África Septentrional Asia Occidental cuya tasa bruta escala al 49%. En cambio, la situación estimada de la región de África Subsahariana, la cual se sigue manteniendo con una tasa bruta del 9%,
La educación superior se está enfrentando a nuevos retos promovidos por los permanentes cambios y transformaciones que se producen en la sociedad atravesada por la abundancia y velocidad de la información, el auge de la inteligencia artificial y las nuevas demandas de los ciudadanos del mundo, los cuales exigen que la innovación educativa de calidad sea un factor que se tome en cuenta en todos los procesos y escenarios de la formación. Recientemente, se ha puesto en valor la idea de reinventar una educación superior (UNESCO, 2022b, p.11-12), que promueva, entre otras cuestiones, que la experiencia de aprendizaje del estudiante sea de carácter holístico, la fuerte presencia de diálogo interdisciplinar y la posibilidad de ofertar itinerarios que sean flexibles.
En este sentido, pensar la educación superior del siglo XXI, es consolidar un sistema de estudios integrador, donde las tecnologías, la práctica profesional, la competencia del pensamiento crítico, y la ética se unen en programas que respondan a las necesidades actuales, brindando respuestas reales y soluciones toda la sociedad.
Conclusiones
Reflexionar sobre la educación superior es adentrarse en un complejo entramado de necesidades y expectativas por parte de toda una sociedad. La pandemia del COVID 19, trajo un cambio en la manera de entender los procesos educativos y las formas de enseñanzas, sin embargo, queda en evidencia que el acceso y participación en el mundo de estudiantes en educación superior sigue en línea de crecimiento.
Este artículo de reflexión se enmarca en el proyecto de innovación modalidad investigación educativa denominado Competencia crítica y ética para el cambio social: análisis de las creencias de educadores en formación en universidades españolas y argentinas. De esta forma, se advierte la continuidad de una realidad que ya viene desplegándose desde hace más tiempo y en distintas regiones del mundo. En el caso particular de la región de América Latina, al igual que otros espacios regionales, es notable el incremento desde aquellos registros de matrícula y acceso del siglo pasado a los actuales.
Por ello, pensar una educación superior con matrícula mundial en aumento, conlleva pensar por un lado sobre el valor que depositan los miembros de la comunidad en las instituciones educativas, y por el otro el compromiso de dichas instituciones en consolidar la innovación permanente de propuestas de calidad en las distintas funciones que desarrolla a los fines de promover la competencia crítica y ética, indispensables para un cambio y transformación individual y de las sociedades de cara al presente y futuro inmediato.
Bibliografía - Bibliography
Nicoletti, J.A. (2014). La educación superior de calidad como derecho humano. CyTA, V. 13, n 4
Nicoletti, J.A. (2020). Educación superior y participación. Técnica Administrativa. Vol. 19, n 4
UNESCO (2017). Education for Sustainable Development Goals. Learning objectives. Paris: UNESCO
Google Scholar Index
Article
Publisher: